
El fútbol se ha convertido en un claro reflejo de la sociedad en la que vivimos, se han perdido los valores que hicieron grande a este deporte llevandolo a la deriva del mercantilismo. Los valores de los cuáles se nutría el balompié han pasado a un segundo plano dandose, ahora, primacía al negocio y al futbol-espectáculo, en la forma despectiva de la palabra, en deprimento de los sentimientos.
La mayoría de los estadios ya no son tales, no son, sino grandes superficies comerciales, los jugadores una mercancía más que vender y los aficionados potenciales compradores de todo tipo de productos, el futbol deriva hacia un deporte a la americana... sin aficionados sólo consumidores.

Pero aunque sean pocos, siguen resistiendo y no darán fácilmente su brazo a torcer. Prometen batalla.
Honor a los ultras.
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