
Sabemos de sobra que lo vuestro es la música, de bajo standing cierto es, pero música al fin y al cabo. Ya sabéis, los silbatos, la flauta y el trombón que llevaba toda la turba de Carlos Palomino y que al parecer se dirigía a dar un concierto con la filarmónica de Berlín; o cuando días posteriores distéis un concierto en acústico en Villaverde; o el casting de fama que rodasteis en Canillejas. O los bolos que preparáis todos los fines de semana y los espléndidos carteles y pegatinas que os da por hacer con lemas tan profundos cómo “nazi que veamos lo vamos a reventar”, “mata nazis”, “anti-nazis mandan”, “que corra la sangre”… Mozart a vuestro lado era un afilador de cuchillos.
Sabemos de sobra que vuestras intenciones cuando publicitáis el domicilio particular de Josué es hacer partícipes a su familia de conciertos y veladas musicales, de esas que tanto os gusta hacer cuando los comercios y bares están cerrados.
Ya sabemos que lo vuestro es la música, sobre todo la de viento, por la descomposición que os entra a más de uno en según que situación y circunstancias. En otras no. Se ve que agredir a una chica por la espalda no es más que una demostración de la tolerancia, la paz y los grandes valores que integran todo vuestro movimiento. Esa mañana no hubo música de viento, ni siquiera había silbatos, no ibais a jugar al parchis ni tampoco al monopoli.
Uno de vuestros amigos está muerto. A la tumba lo ha llevado su prepotencia, su chulería, su arrogancia y sus ganas de limpiar las calles. Ya veis donde está. Vosotros seguís jugando a ese mismo juego, erigiéndoos en jueces y verdugos de las calles y encima pretendéis dar lecciones de moral y de música gratis.
Para seros sinceros no nos gustan los silbatos, ni las flautas ni los trombones. Tampoco nos gustan los cobardes que atacan en masa, ni a los que se relamen sólo de pensar de la paliza que le van a propinar entre muchos a una sola persona. No, ese tipo de gente no nos gusta. No nos gusta, sean de derechas o de izquierdas, de centro, del norte, del sur o de Marte.
Habéis ladrado, habéis lloriqueado, habéis mercantilizado hasta la imagen de vuestro amigo. Y encima pretendéis quedar cómo santos varones, cómo chicos inocentes que luchan por un noble ideal. A nosotros no nos convencéis.
Y volvemos a repetirlo: poco nos importan las ideas de Josué. Ni siquiera las conocemos. Y no creo que importen mucho. Mejor dicho, no importan nada. Lo que si deben importar son vuestras ideas, las ideas de personas que salen a la calle buscando sangre y víctimas y que cuando les toca perder, cómo este caso, ni siquiera tienen la gallardía de reconocer que ese día os faltaron muchos huevos.
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